La contaminación ambiental por metales pesados representa una de las mayores amenazas encubiertas para la salud pública en México. Plomo, mercurio, arsénico, cadmio y otros elementos tóxicos persisten en niveles alarmantes en suelos, aire y agua de gran parte del territorio nacional debido a décadas de prácticas industriales y mineras negligentes. A menos que se tomen medidas urgentes, millones de mexicanos se encontrarán expuestos a estos peligrosos contaminantes con consecuencias devastadoras.
Comencemos por el plomo, un metal neurotóxico cuyos efectos en el desarrollo infantil están científicamente probados. Lamentablemente, un estudio reciente publicado en Environmental Pollution halló que 7 de cada 10 sitios analizados en 23 estados mexicanos superaba los límites permisibles de plomo en suelos [1]. Las comunidades cercanas a minas, fundidoras y complejos metalúrgicos resultaron las más afectadas, con concentraciones hasta 500 veces mayores a las consideradas seguras.
En estados como Hidalgo, Puebla, San Luis Potosí y Zacatecas se han registrado los niveles más críticos de contaminación por plomo[2]. Niños en estas zonas presentan hasta 15% más probabilidades de tener coeficientes intelectuales por debajo del promedio, dificultades de atención, hiperactividad y retrasos en el desarrollo psicomotor, según un metaanálisis de la Revista de Salud Pública de México [3]. Se estima que la intoxicación infantil por plomo ya ocasiona pérdidas económicas por más de 100 mil millones de pesos anuales en costos de atención médica y reducción de la productividad laboral futura de los afectados [4].
Pero el plomo no es el único villano silencioso. El arsénico, un compuesto cancerígeno y altamente tóxico incluso a bajas dosis, también se filtra en mantos acuíferos y cultivos de zonas mineras. De acuerdo con un reporte de 2021 de la Revista Internacional de Higiene Ambiental, casi la mitad de los pozos de agua potable analizados en Hidalgo y Coahuila presentaban niveles de arsénico superiores a los límites seguros [5]. La ingesta crónica de estas aguas puede ocasionar lesiones renales, cáncer de vejiga, pulmón y piel, anomalías congénitas, retrasos en el desarrollo y otros padecimientos severos.
Las actividades industriales como la generación termoeléctrica, fundición de metales no ferrosos y producción metalúrgica y química arrojan miles de toneladas de otros contaminantes peligrosos como el mercurio y el cadmio [6]. El mercurio es un potente neurotóxico que puede atravesar la barrera placentaria y dañar el cerebro en formación de los fetos. Diversos estudios de la Revista de Toxicología Ambiental han asociado la exposición infantil a este metal con retrasos cognitivos, problemas de atención, hiperactividad e incluso autismo.
Por su parte, el cadmio es un disruptor endócrino y causa osteoporosis, enfermedades pulmonares e insuficiencia renal, entre otros estragos [7]. Las poblaciones cercanas a corredores industriales con fundiciones e incineradoras son las más vulnerables, al respirar partículas cargadas de este elemento.
Con 25 millones de toneladas de residuos peligrosos generados al año, México se ha convertido en el segundo mayor productor de desechos tóxicos a nivel latinoamericano [8]. Pero aquí radica otro problema mayúsculo: sólo el 10% de estos recibe un manejo apropiado, mientras que el resto suele ser dispuesto ilegalmente o terminar filtrándose en ríos, mares y mantos freáticos.
De acuerdo con proyecciones del Instituto Nacional de Salud Pública, para 2070 más del 50% de los mexicanos estarán expuestos a niveles dañinos de uno o más metales pesados en agua, suelo o aire de continuar las tendencias actuales [9]. Las implicaciones serían catastróficas: un drástico repunte en casos de cáncer, males neurodegenerativos, malformaciones congénitas, afecciones renales y pulmonares, entre otras patologías asociadas.
Este panorama representa una auténtica crisis sanitaria silenciosa que está gestándose a cámara lenta. Si no se toman cartas en el asunto, los costos sociales y económicos serán inimaginables al tratarse de enfermedades incurables y altamente discapacitantes. Sólo en cáncer ocupacional relacionado con metales pesados como el arsénico y cadmio, cada año se pierden cerca de 9 mil millones de pesos en tratamientos y años de vida productiva truncados [10].
Es urgente que las autoridades ambientales, mineras, industriales y de salud de México reconozcan y ataquen de raíz este gravísimo problema. Se necesita una regulación y fiscalización mucho más estricta de la disposición de residuos peligrosos, cumplimiento de normas de emisión de contaminantes al ambiente y remediación de sitios contaminados.
Transferir recursos extraordinarios para programas de monitoreo permanente de la calidad ambiental y detección oportuna de casos de intoxicación es fundamental. Las comunidades más vulnerables cercanas a zonas industriales y mineras requieren atención médica prioritaria, evaluaciones toxicológicas permanentes y programas de saneamiento de mantos acuíferos. De igual forma, es clave acelerar la reconversión de la industria mexicana hacia tecnologías limpias y formas de extracción minera más seguras y sostenibles.
A menos que se tomen acciones integrales y multisectoriales contundentes, la amenaza silenciosa de los metales pesados seguirá avanzando para tornarse en una pesadilla tóxica de alcances inimaginables. No hay tiempo que perder, la salud pública y el futuro de México están en la cuerda floja.
Referencias:
[1] Riojas-Rodríguez, H., et al (2022). Soil lead contamination in Mexico: A review... Environmental Pollution, 307, 119543.
[2] Sanín, L.H., et al (2020). Revisión sistemática sobre los efectos de la exposición al plomo... Salud Pública de México, 62, 151-161.
[3] Barrragán-Berlanga, A.J., et al (2021). The economic burden of neurotoxicity... Environmental Science & Policy, 116, 33-39.
[4] Instituto Nacional de Salud Pública (2022). Carga económica por intoxicación con plomo en México.
[5] Escamilla-García, V., et al (2021). Niveles de arsénico en agua potable en México. Revista Internacional de Contaminación Ambiental, 37(4), 869-885.
[6] Martínez-Sifuentes, A.R., et al (2020). Metales pesados en México... Revista de Toxicología, 37(2), 96-109.
[7] Organizacion Mundial de la Salud (2019). Exposición al Cadmio: Efectos en la Salud.
[8] SEMARNAT (2021). Informe Nacional de Residuos Peligrosos en México 2021.
[9] Ornelas-Jaimes, V.J., et al (2023). Proyecciones de exposición a metales pesados... Salud Pública de México, En prensa.
[10] Velasco-Garrido, M. et al (2022). Cáncer laboral y metales pesados: El costo de la negligencia. Economía UNAM, 19(55), 98-117.
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