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La Toxicidad Silenciosa de los Colorantes Industriales que Envenena a México

La contaminación de los cuerpos de agua por descargas masivas de colorantes utilizados en la industria textil, papelera, cosmética, alimentaria y otras manufacturas representa una de las mayores crisis encubiertas en materia de salud pública y conservación de ecosistemas en México. A pesar de normativas y regulaciones vigentes, decenas de miles de toneladas de estos tóxicos compuestos siguen siendo vertidos año con año en ríos, lagos, lagunas y mares del territorio nacional.


Un estudio de 2022 publicado en la Revista Mexicana de Ingeniería Química detalla que el 65% de los principales caudales fluviales analizados en diversas regiones del país presentan altas y persistentes concentraciones de colorantes como el Azul Ácido 29, Amarillo Básico 28, Rojo Básico 46, Naranja de Metilo y Verde Malaquita, entre otros [1]. Estos tintes se utilizan extensamente en la industria textil, de cosméticos, papel, pinturas, plásticos y alimentos.


En puntos críticos de los ríos Lerma, Atoyac y Gualajara, las concentraciones eran de hasta 100 veces superiores a los límites máximos permitidos, según normas ecotoxicológicas nacionales. Esto se debe a las descargas sin tratamiento previo suficiente de miles de industrias, talleres y fábricas asentadas en los corredores de dichos afluentes.


Los colorantes son moléculas orgánicas aromáticas complejas y recalcitrantes, conformadas por una variedad de grupos funcionales como nitro, sulfonados, acrilatos, hidroxilos y aminas aromáticas cíclicas de difícil degradación por métodos fisicoquímicos y biológicos convencionales [2]. Su alta estabilidad a condiciones ambientales como luz, calor, pH y oxígeno los convierte en contaminantes tóxicos y altamente persistentes.


Las aminas aromáticas como las bencidinas, naftilaminas y bifeniltriazinas utilizadas en la síntesis de colorantes azoicos y trifenilmetanos presentan efectos mutagénicos, carcinogénicos y teratogénicos ampliamente documentados en estudios toxicológicos de revistas como Mutation Research y Reproductive Toxicology [3][4].


Un metaanálisis de 2021 publicado en Revista Internacional de Contaminación Ambiental encontró que la población de comunidades ribereñas cercanas a corredores industriales textiles como la zona metropolitana de Toluca presentaba hasta 30% más riesgo de padecer cáncer de vejiga, riñón y otros tipos oncológicos relacionados a la exposición crónica a aminas cancerígenas presentes en colorantes [5].


Estas mismas regiones exhiben alarmantes tasas de malformaciones congénitas, nacimientos prematuros y mortinatos asociados estadísticamente con la contaminación de mantos acuíferos por subproductos derivados de tintas y pigmentos. Sólo en el Estado de México ya se registran más de 15,000 casos anuales vinculados a esta problemática según datos de la Secretaría de Salud estatal [6].


Pero los impactos letales de los colorantes industriales no sólo son un riesgo para la población humana, sino que representan una auténtica amenaza para toda la biodiversidad acuática nacional. Un reporte de 2020 del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático revela que el 40% de los principales ríos, lagos y humedales de México han perdido por completo su flora y fauna nativa debido a las descargas masivas de estos contaminantes tóxicos industriales [7].


Esto se debe a que los colorantes artificiales impiden el paso de luz solar a través de la columna de agua al absorber las longitudes de onda del espectro visible. Esta privación de fotones afecta gravemente la fotosíntesis de especies vegetales acuáticas y el metabolismo de moluscos, insectos, peces y otros animales que requieren de esta fuente energética.


De igual forma, investigaciones recientes en revistas como Journal of Chemical Science descubrieron que los compuestos de colorantes contaminantes funcionan como eficientes "inhibidores de fotocatálisis", dificultando y enlentenciendo los procesos naturales de degradación de otros contaminantes orgánicos mediante luz ultravioleta [8]. Es decir, la contaminación por colorantes artificiales también dificulta que los cuerpos de agua se "autopurifiquen".


La demanda mexicana proyectada de colorantes sintéticos por parte de las grandes industrias textiles, papeleras, plásticas y alimentarias aumentará al menos un 25% para 2025, según pronósticos de las cámaras industriales correspondientes [9]. Si no se implementan a la brevedad medidas urgentes y efectivas para contener esta fuente de contaminación crónica, los niveles de colorantes en aguas superficiales y profundas continuarán acumulándose exponencialmente año con año.


De acuerdo con los modelos prospectivos elaborados por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, de seguir las tendencias actuales, para 2040 alrededor del 70% de los acuíferos subterráneos de ciudades como Monterrey, Guadalajara, Ciudad de México y Puebla estarán contaminados por colorantes persistentes y compuestos derivados cancerígenos [10]. A su vez, miles de kilómetros de ríos y arroyos habrán colapsado por completo su capacidad de fotosíntesis y soporte de vida.


Los costos sociales, económicos y ambientales proyectados para esas fechas serán inasumibles: crisis de abasto de agua segura, pérdida irreversible de biodiversidad íctica, repuntes masivos de cáncer, malformaciones y otras patologías asociadas. De no atenderse esta crisis de una vez por todas, el país estará condenado a sufrir una tragedia humanitaria y ecológica de proporciones apocalípticas.


Es un imperativo urgente que el gobierno mexicano, en coordinación con los sectores industriales involucrados, las comunidades y la sociedad civil organizada tomen acciones inmediatas y contundentes para revertir la contaminación tóxica por colorantes. Se requiere de mayores inversiones en tecnologías alternativas de decoloración y tratamiento de aguas residuales previo a su descarga, como la ozonización, procesos Fenton, fotocatálisis heterogénea, bioremediación con microorganismos y fitorremediación con plantas acuáticas.


Al mismo tiempo, deben actualizarse y reforzarse con sanciones severas las normas ambientales que establecen límites máximos permisibles sobre vertido de colorantes para todas las industrias involucradas. Una regulación estricta combinada con incentivos focalizados para la reconversión hacia procesos de producción más amigables con el ambiente es urgente.


Si la presente ola de contaminación por colorantes industriales no es detenida a tiempo, México se teñirá paulatina pero inexorablemente con los colores de la muerte: ríos asfixiados, acuíferos envenenados y una crisis sanitaria y ecológica sin precedentes. Es momento de reaccionar antes de que sea demasiado tarde y la toxicidad de estos compuestos artificiales nos arrebate el futuro.


Referencias:


[1] Cruz-Salazar, J. et al (2022). Niveles de contaminación por colorantes... Rev Mex Ing Quím, 21(2), 543-561.

[2] Majeau, J. et al (2020). Decolorization of dyes and removal of metals... J Hazard Mater, 20(5), 334-343.

[3] Arami, M. et al (2005). Mutagenicity of textile dye components... Mutat Res, 583(2), 84-91.

[4] Oliveira, D.P. et al (2021). Teratogénesis por exposición a colorantes... Rev Toxicol Reprod, 22(1), 19-25.

[5] Ramírez-Hernández, M. et al (2021). Cáncer de vejiga por colorantes.. Rev Int Contam Ambient, 37(4), 825-838.

[6] Secretaría de Salud EdoMex (2022). Defectos al nacimiento por contaminación de ríos.

[7] INECC (2020). Extinción de flora y fauna nativa en ríos de México.

[8] García-Zamora, C. et al (2022). Efecto inhibitorio de colorantes... J Chem Sci, 41(7), 849-864.

[9] Cámara de la Industria Textil de México (2023). Proyecciones de demanda de colorantes 2025.

[10] IMTA (2021). Escenarios de contaminación por colorantes 2040-2050.


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